El 2 de septiembre de 2020, la Audiencia Provincial de Zaragoza absolvía a nuestro compañero Idrissa de la acusación por injurias efectuada por el sindicato Staz de Trabajadores del Ayuntamiento de Zaragoza (insigne defensor del “buen nombre de la Policía Local”), tras 28 meses de pena de banquillo por un proceso censor, racista y chapucero que jamás debería haber sido iniciado por el Juzgado de Instrucción nº 3.
Doce días después, la acusación interpuso recurso de casación ante el Tribunal Supremo solicitándole revocar la sentencia absolutoria y condenar a Idrissa por un delito de “injurias graves con publicidad”. Al día siguiente, como en todo el proceso, Heraldo de Aragón publicaba la noticia con un “copia-pega” lleno de errores, negligencias y mentiras sin contrastar.
Primer espacio de publicidad gratuita: aquí el recurso, una verdadera obra de arte de la orfebrería jurídica publicada por el propio sindicato, y aquí el artículo de Heraldo, micro-ejemplo de periodismo basura desde la primera línea del título
Ahora acabamos de enterarnos de que la sala de lo penal del Tribunal Supremo resolvió el pasado 22 de abril que la absolución era conforme a su doctrina y la acreditación de la acusación era “insuficiente”. La ausencia de prueba de cargo era evidente. Añade el Supremo que tampoco el motivo del recurso estaba acreditado, imponiendo a la parte recurrente el pago de costas y la pérdida del depósito, de haberse constituido éste. Y punto. Ante el fallo del Supremo no cabe recurso ordinario. El último paso posible, que es un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, no cambiaría nada.
Recordando por enésima vez que en el juicio “no se practicó prueba suficiente”, el sistema judicial sigue dándonos la razón: la acusación era una chapuza en forma y fondo basada en (y replicada mil veces por) la negligencia de algunos medios de comunicación. Quien hubiera querido escucharnos o leernos lo habría entendido, pero el objetivo era embrutecer y censurar. Y han perdido. A nosotras nos daría vergüenza obrar de ese modo y acabar como han acabado. “Y recogen los beneficios”… qué pena, qué vergüenza, qué asco…
… y qué alegría, por supuesto. Las victorias hay que celebrarlas y compartirlas. En estos mismos días, las 13 estudiantes de la Universidad de Barcelona acusadas de desórdenes y daños por protestar contra las tasas universitarias en 2017, para las que se pedían penas de más de ocho años de cárcel, han sido absueltas. Por ellas también brindamos. Organicémonos, comprometámonos, participemos, peleemos. Cuidémonos entre nosotras y nosotros. Ésa es nuestra mejor arma.
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