El Viernes 17 de Mayo, tras la concentración de apoyo al profesor de nuestro colegio, Alberto Lorente, detenido unos días antes en una protesta pacífica, varios padres y madres fueron identificados por la policía sin más motivo que haber participado en ella. No importó que sus hijos estuvieran presentes ni que la protesta, que contó con apoyo de los profesores, padres y madres de varios colegios y diversas asociaciones del barrio, se hubiera desarrollado sin el menor incidente.
Defender la escuela pública parece haberse convertido en los últimos tiempos en algo peligroso. Cualquier persona que porte una camiseta verde o que proteste de manera pacífica ante nuestros responsables políticos, se convierte de inmediato en un elemento disruptivo al que hay que amedrentar y controlar.
No es la primera vez que esto sucede. Todos recordamos la grotesca situación que se produjo cuando la Consejera de Educación, Dolores Serrat, invito a nuestras AMPAs a una reunión a la que posteriormente no nos dejó acceder, o, posteriormente, la protesta de los ‘tupper’ que ahora se pretende juzgar como un atentado.
Los padres y madres siempre hemos creído que la democracia no puede construirse sin la participación crítica y activa de los ciudadanos. Esa es nuestra tarea día a día en nuestros colegios y en nuestras asociaciones.
Por eso la espiral en la que han entrado nuestras instituciones, demonizando cualquier disidencia, intentando asustar a los ciudadanos, intentando acallar cualquier protesta mediante la represión, nos parece peligrosa ya que socava las bases de la democracia.
No queremos que nuestros hijos e hijas crezcan con miedo ante las instituciones que supuestamente deben protegerlos (eso es lo que pasa cuando se identifica a sus padres indiscriminadamente); no queremos que aprendan que expresar su disconformidad es un delito y que lo único que se puede hacer es agachar la cabeza y votar cada cuatro años; no queremos que crezcan en una sociedad en la que los intereses de unos pocos se encuentren por encima del bien común.
Por todo ello exigimos que cesen estas prácticas intimidatorias y que atentan directamente contra la libertad de expresión y la democracia.»
Defender la escuela pública parece haberse convertido en los últimos tiempos en algo peligroso. Cualquier persona que porte una camiseta verde o que proteste de manera pacífica ante nuestros responsables políticos, se convierte de inmediato en un elemento disruptivo al que hay que amedrentar y controlar.
No es la primera vez que esto sucede. Todos recordamos la grotesca situación que se produjo cuando la Consejera de Educación, Dolores Serrat, invito a nuestras AMPAs a una reunión a la que posteriormente no nos dejó acceder, o, posteriormente, la protesta de los ‘tupper’ que ahora se pretende juzgar como un atentado.
Los padres y madres siempre hemos creído que la democracia no puede construirse sin la participación crítica y activa de los ciudadanos. Esa es nuestra tarea día a día en nuestros colegios y en nuestras asociaciones.
Por eso la espiral en la que han entrado nuestras instituciones, demonizando cualquier disidencia, intentando asustar a los ciudadanos, intentando acallar cualquier protesta mediante la represión, nos parece peligrosa ya que socava las bases de la democracia.
No queremos que nuestros hijos e hijas crezcan con miedo ante las instituciones que supuestamente deben protegerlos (eso es lo que pasa cuando se identifica a sus padres indiscriminadamente); no queremos que aprendan que expresar su disconformidad es un delito y que lo único que se puede hacer es agachar la cabeza y votar cada cuatro años; no queremos que crezcan en una sociedad en la que los intereses de unos pocos se encuentren por encima del bien común.
Por todo ello exigimos que cesen estas prácticas intimidatorias y que atentan directamente contra la libertad de expresión y la democracia.»