Salúd, amig@s, compañer@s, vecin@s !
comunicaros y compartir con tod@s que finalmente ya me ha sido comunicada la sentencia, tras el juicio en el que se me imputaban varias acciones que yo no realicé.
La sentencia, como esperábamos, dentro del chiste social que vivimos, ha sido condenatoria: 6 de meses de prisión e inhabilitación, 180€ de multa y 900€ de indemnización a uno de los números de los agentes antidisturbios que aquella mañana acudieron a nuestro barrio a provocar y romper la paz de las gentes humildes que lo habitamos.
La palabra de un antidisturbios, con toda sus falta de coherencia, vaguedaz, bajeza, contradicciones y estulticia … ha valido más a la juez que dictó sentencia que los testimonios, pruebas y grabaciones que presentamos en mi defensa. Se me atribuye la famosa patada en los testículos por la que el susodicho número debió estar un período de dos meses sin ejercer sus funciones. Hoy por hoy creo sinceramente que muchísimas personas pagarían gustosamente un precio así (900€) por un momento de desahogo, expresión de rabia o autodefensa.
Como expliqué en sede judicial no acepto que se me imputen unas acciones que no realicé. Me pueden acusar de otras muchas cosas, de las que curiosamente no se me acusa ni se me pide pena alguna … si ejercer el derecho a la autodefensa, defender a las personas que quieres, plantarte ante los abusos, ante la abusiva autoridad vestida de uniforme, lo quieren tipificar como delito de atentado, terrorismo, lesa majestad o cualquiera de los enrevesados nombres que el sistema utiliza para maquillarse a sí mismo y dotarse de solemnidad … podría plantearme llegar a aceptarlo, es su juego, y de forma insumisa podríamos pensar en jugarlo. Pero no, no acepto que se me diga que pegué una patada en los testículos a un madero cuando no lo hice, y no me quedo con la opción del mal menor, la menor condena o el quitarme ya el “marrón de encima”.
Somos personas responsables, y vivimos en este mundo, por responsabilidad para con este mundo, para con quienes queremos. Estamos luchando, porque queremos ser felices, porque tenemos derecho a serlo y queremos la felicidad de quienes nos rodean y abrazan en cada día. Asumo totalmente la responsabilidad por las acciones que en las luchas de cada día realizamos. Intentamos ser coherentes. La lucha no se acaba en una sentencia que no hace sino afirmar el montaje de un sistema que retuerce las palabras y deforma la realidad diaria en beneficio de los pocos de siempre, que como siempre son una minoría defendida por números, por sus números de siempre.
Los números antidisturbios y del capitalismo al que sirven están ejerciendo sobre la gente una violencia y una sinrazón que ya ni se reconoce en la memoria. El barrio, como pequeño mundo en que que vivimos, es un buen ejemplo de ello … vecin@s identificados, denunciados, controlados, detenidos, violentados, insultados, golpeados, amenazados, vícitmas de montajes mediatico-policiales ¿ cuántos conocemos? ¿cuántos nos conocemos? No acepto pagar una indemnización a uno de esos míseros números que vendidos, vencidos, con miedo, se nos echan encima.
Por ello, por respeto a las personas que luchan por un mundo más digno, bonito y justo, … por respeto a quienes me conoceís, por respeto a quienes compartís conmigo luchas, vida, barrio, montañas y sentimientos … por respeto a quienes nos precedieron, por amor hacia los preciosos seres que nos sucederán en la vida y en las luchas, por el apoyo que me venís danto y que siento … no me quedo con esta sentencia, y la vamos a recurrir.
Continúa la lucha y agotaremos todos los caminos, el judicial, en el que poco creemos, el de la lucha en la calle, que es el camino real y realista que no podemos abandonar, el de la solidaridad y el cariño que expresamos en las pequeñas acciones de cada día.
A tod@s … ¡ mil gracias por compartir caminos, luchas ,montañas, amor, sentimientos y la esperanza de un futuro que ya es nuestro ! Adelante, vamos adelante, un poquito más, hasta que llegue esa esperanza compartida, un poquito más cerca cada día, con vosotr@s … vivo ya ese futuro … ¡ somos viento ! Nano