Estamos aquí, para recordar que cada vez que una persona migrante
atraviesa las barreras de afiladas
cuchillas, los desiertos inhóspitos y los mares feroces, que separan
territorios mundiales, está dando un paso adelante en la construcción de una
comunidad que reivindica el derecho de
resistencia ante uno de los frentes más pesados del régimen de guerra global
permanente: el sistema de fronteras.
Las fronteras se combaten atravesándolas, agujereándolas, rodeándolas y
derribándolas. La lucha por los derechos
humanos es una de las actitudes políticas comunes a priorizar,
independientemente de la mayor o menor comodidad con la que hoy las fronteras
nos atraviesen o con la que atravesemos nosotras las fronteras.
esquive las cuchillas y los disparos y en el que quepamos todas las personas
del mundo, quitando por supuesto a fascistas neoliberales o de cualquier otro
tipo, tienen la invitación para cooperar y juntar todos sus saberes de
ingeniería imaginaria rebelde.
personas que están encerradas dentro no han cometido otro crimen que el de
ejercer su derecho a elegir el lugar donde quieren vivir. Estas personas
esperan el castigo de ser retornadas a su país de origen en contra de sus
voluntades. Han sido capturadas en controles racistas debido a su apariencia, o
a la actividad de venta ambulante con la que se ganan la vida, debido a su
condición de extrema precariedad que les deja fuera de los derechos mínimos.
las fronteras militarizadas dan forma al dispositivo que nos permite
experimentar la vergüenza ajena hacia su funcionamiento y hacia las personas y
los poderes que quieren mantenerlo.
seguridad ciudadana, la reforma del Código Penal y tantas otras normas y
decretos insisten en la agresión permanente a los derechos humanos, a la
igualdad, a las personas. El escándalo
de la muerte en las fronteras parece querer convertirse en una rutina
silenciosa, tan inevitable como cualquier fenómeno natural.
sólo será realidad cuando todos seamos iguales.
Sabemos que quienes amenazan nuestros derechos son los mismos que dicen “defendernos”
mientras ordenan disparar o pinchan flotadores.
Sabemos que quienes malviven al otro lado de la valla son nuestros
iguales. Si el gobierno se dirige a nosotros como “ciudadanos españoles”, quizá
haya que responderle que nuestros compatriotas son esos que murieron en el mar
y los que lloraron su muerte. Si creernos la “ciudadanía” (o incluso reivindicarla)
significa aceptar la no-ciudadanía de los demás, nos negamos a ser cómplices de
esa vergüenza.
recordar más que nunca que los derechos no se suplican. El caso de las personas
extranjeras pobres es, con demasiada frecuencia, un “agujero negro” en la lucha
por los derechos y las libertades. Debemos insistir sin descanso: una lucha
excluyente no es una lucha justa.
silenciosa, sumisa, inerte. Somos parte de esa “otra ciudadanía”, la que se
interesa por comprender las causas que provocan la migración, denuncia los
intereses de la Europa Fortaleza y se opone a las políticas excluyentes. Toda
política que excluye es racista. Si nosotros no tratamos de hacer lo contrario,
dará igual lo que digamos.
intimidad, por sincera que sea nuestra vergüenza. Solo seremos lo que hagamos.
Ni debemos movernos por sensiblería humanitaria ni contentarnos con un ratito
de compasión televisada. Tampoco queremos caridad. QUEREMOS JUSTICIA, de verdad
y desde el principio. La misma justicia para ellos, para ellas, para nosotros y
para nosotras.
Unidos, en Oceanía, en África, en los Orientes, en los pueblos, en los centros
de las ciudades y en los suburbios. Tenemos hermanos y hermanas en todo el
mundo para continuar con el desmontaje del mundo postcolonial y para conseguir
entre todas las personas que “post” signifique final. Final del racismo institucional
global e inicio del mundo en el que podamos elegir libremente el lugar donde
queremos vivir.
cruzar al otro lado. Nadie es una raya en el mar ni un grano de arena en el
desierto. Entre todas lo demostramos cada día haciendo de su sueño una pasión
política que continúa viviendo.
– GRUPO DERECHOS CIVILES 15-M. ZARAGOZA.