Firma DETÉN LA ORDEN DE EXPULSIÓN DE TAHIBOU

Después del escrito que registramos en el Ayuntamiento de Zaragoza, el pasado 19 de Febrero de 2018, (Sobre la vida del mantero. )las autoridades competentes no se dan por aludidas y seguimos viendo realidades que muestran  racismo y afán represivo por parte de las fuerzas de seguridad contra las personas que intentan sobrevivir mediante la venta ambulante, sin que exista otra solución para este colectivo que el acoso, la violencia, la cárcel o la expulsión.  Nadie hace nada para evitar esta injusticia.  El fin de semana del 10 y el 11 de Marzo ha vuelto a ser el colectivo de senegaleses el afectado gravemente en sus derechos como personas.  El relato de los hechos  es el siguiente:

 

El Sábado 10 de Marzo, por la tarde, un grupo de vendedores ambulantes intentaban extender sus productos en el Paseo de la Independencia, cuando fueron recriminados por el Vigilante de la tienda Berksha del Paseo de la Independencia, nº 4, aunque ninguno de los vendedores había intentado entrar en esa tienda cuyos clientes entraban y salían con normalidad.  En la discusión entre el vigilante y los vendedores llegó la Policía Local, generando la correspondiente huida generalizada, uno de ellos, Mamadou es agarrado con fuerza por un agente de la policía local, recibe un golpe en el labio y es detenido y trasladado a Comisaría.  El resto de los manteros abandonó el lugar.  Una media hora más tarde, un grupo de vecinos senegaleses y zaragozanos conversan en ese punto del Paseo de la Independencia, fuera de los porches, sobre lo sucedido, buscando la manera de atender al detenido.  Todo parece tranquilo, cuando de repente dos furgonetas de la UPR de la Policía Nacional irrumpen en la acera, junto a ese grupo de personas y se dirigen sin ningún tipo de dudas hacia las personas a las que consideran extranjeras por el color de su piel, hasta 8, a los que dirigen hacia el escaparate de la tienda citada anteriormente.  El resto de las personas que conversaban con ellos no reciben ninguna indicación por parte de la Policía Nacional y pueden seguir su camino o quedarse allí.    Esta retención de los 8 senegaleses dura varios minutos, se les requiere la documentación; algunos de ellos piden explicaciones sobre la causa de la retención, ya que sólo estaban hablando y estaban con otra gente que no ha sido retenida.  La Policía habla también con el vigilante de la tienda Berksha y, finalmente, 6 de las personas retenidas, pueden seguir libres, mientras que dos (Tahibou y Sada) son trasladadas a Comisaría.

 

Lo sucedido el Sábado muestra una vez más las consecuencias que tiene la persecución de la venta ambulante y pone sobre la mesa la necesidad de una solución política basada en la justicia social que impida convertir a todo un sector de la población en víctimas permanentes de todo tipo de acosos y violencias, limitándoles al máximo el ejercicio de sus derechos.  En realidad es lo que llevamos diciendo mucho tiempo, pero ni el Ayuntamiento ni ninguna autoridad competente es capaz de resolver el problema de forma justa.  Por otro lado, denunciamos las identificaciones como hechas por su perfil étnico.  En un grupo de personas de distintas que hablan en la calle se identifica a las de «raza» negra, es la raza el elemento determinante que ha hecho a la Policía Nacional buscar a esas personas.  No había nada más, no había mantas ni vendedores ni siquiera estaban quienes habían huído ante la primera llegada de la Policía Local. Sólo había gente.

 

Identificación por perfil étnico en España.

 

Siguiendo con el relato, para el Domingo quedaron las largas esperas en el Juzgado de Guardia: primero fue puesto en libertad Saga, a mitad de mañana; se ha iniciado un procedimiento de expulsión contra él.  Mamadou fue liberado a última hora de la tarde y se le acusa de agresión a un Policía Local, aunque su abogado dice que el parte de lesiones presentado por el policía no es muy grave.  Por su parte Mamadou, también tiene un parte médico por lesión en un labio y se plantea también denunciar al Policía por la violencia sufrida en el momento de la detención.  Finalmente tuvimos conocimiento de la noticia más triste: Tahibou, a pesar de vivir en España desde el 2007, tenía una orden de expulsión pendiente que había sido recurrida por su abogado pero, por desgracia, ese recurso había sido desestimado.  El juez ordena ordena su traslado al Centro de Internamiento de Extranjeros: no se le acusa de ningún delito, no ha hecho nada, pero permanecerá encarcelado hasta que sea trasladado por la fuerza a su país.  A esta hora, ya está en Madrid sin que sus compañeros lo hayan podido ver ni le hayan podido entregar ropa y otros útiles de primera necesidad porque no está permitido.

El muestrario de abusos y violencias con las que el Estado Español recibe a las personas inmigrantes que llegan a nuestro país, sobre todo si buscan un poco de dignidad, se completa con el internamiento en un CIE, encarcelado sin delito, sin sentencia, sin recursos.  Este fin de semana en Zaragoza, hemos sido testigos de una parte importante de ese muestrario: el racismo de un vigilante justiciero que quiere ver las calles limpias; el racismo y la violencia de agentes de la autoridad que maltratan a las personas; la frialdad de los procedimientos que juegan con la vida de las personas sin tener en cuenta sus necesidades, su realidad ni su dignidad como seres humanos, paquetes que son trasladados de un lugar a otro para quitárselos de encima, aunque el problema de fondo permanece:  la desigualdad, la pobreza, el conflicto social abierto de forma permanente y expresado esta vez en el Paseo de la Independencia de Zaragoza.

Por eso, como ya hemos dicho un millón de veces:

La Policía Local y los cuerpos de seguridad han vuelto a intervenir contra personas dedicadas a la venta ambulante que buscan obtener unos recursos económicos de los que carecen. Como en tantas otras ocasiones, denunciamos públicamente estas actuaciones porque creemos que forman parte de una política represiva, incapaz de reconocer los derechos de todas las personas sea cual sea su raza y condición, dedicada a “resolver” conflictos sociales que requieren de más justicia social y no simple intervención policial – en las que el abuso contra el más débil es uso y costumbre habitual. Estas actuaciones no contribuyen a la mejora de la convivencia, la seguridad ni la justicia. Exigimos el cese del acoso y la persecución permanente de nuestras vecinas extranjeras. Exigimos el respeto a su dignidad y todos sus derechos con la misma convicción con la que exigimos los nuestros, pues son los mismos. Les apoyamos tanto en las acciones legales que puedan emprender como en las campañas de denuncia pública contra toda actuación – policial, judicial, política – que ponga en cuestión los derechos fundamentales de las personas.

Esta semana hay una buena oportunidad para alzar la voz contra estas injusticias:

Contra su represión, ¡recuperemos nuestros derechos!

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