El próximo domingo 15 de abril tendrá lugar la XVII Marcha contra la Macrocárcel de Zuera (Zaragoza) bajo el título este año de “Penas y cárcel. Espectáculo y escarmiento”.

 

La Marcha, como siempre, estará acompañada con unas jornadas anticarcelarias el viernes 13 de abril en el CSO Kike Mur (Plaza Memoria Histórica – antigua cárcel de Torrero):
– 20h. Charla: «Mil castigos para el chivo expiatorio» a cargo de Asociación de Senegaleses en Aragón y Derechos Civiles 15M Zaragoza.

Después el sábado 14 de abril:
– 12h. Taller: «Consecuencias de la privación de libertad».
– 15h. Comedor popular vegano.
– 17h. Hazlo tu mismx y colabora con la marcha.
– 19h. Charla: «Feminismo punitivo ¿Para quién y contra quién? Reflexiones anarcofeministas contra la hegemonía» a cargo de Laura Macaya.

Y finalmente el domingo 15 de abril tendrá lugar la XVII Marcha contra la Macrocárcel de Zuera. La jornada empezará a las 11h con la salida en bus desde el Colegio Tenerías (Coso Bajo) y si te apetece ir en bici se saldrá desde la Plaza de la Magdalena a las 9:30.

Las actividades empezarán a las 12h con teatro, charlas, concierto,comida popular, cartas……. en el parking de la Macrocárcel y por supuesto estará retransmitiendo Radio Hawai para dentro de los muros.

Recuerda que el bono de apoyo para comer son 3€ y el bono de viaje en bus+comida son 6€.

Los bonos los podrás conseguir en A Flama (Mayor,53), Birosta (Universidad,3), CSA La Revuelta (San Agustin,18), CSO Kike Mur (Plaza Memoria Histórica – antigua cárcel de Torrero), Pottoka (Martín Carrillo,5) y Vía Láctea (Dr.Palomar 25).

¡Abajo los muros!!

Comunicado XVII Marcha contra la Macrocárcel de Zuera

PENAS Y CÁRCEL. ESPECTÁCULO Y ESCARMIENTO

En la sociedad actual, tanto el delito como la persona que lo comete, sirven fundamentalmente como espectáculo. Y es que parece que espectáculo y escarmiento tuvieran la misma raíz, pues en cuanto se nos presenta un delito, no impera la idea del resarcimiento del mal causado, sino la del castigo. Por ello encontramos que reina en todos los ámbitos la idea de que las personas malas deben pudrirse en la cárcel, dejando totalmente aisladas y sin llegar a analizar ni las causas sociales de su acción ni la base del porqué se producen hechos penados por la ley. Mucho menos aún se llegarán a analizar cuestiones como la reincidencia, que no sólo compete a la persona que delinque, sino que deja en evidencia el inmenso fracaso que es el sistema penitenciario.

Como en tiempos no tan lejanos, todo el mundo se apunta a un linchamiento y la mano dura vuelve a estar de moda. Hasta se pide que no se derogue la cadena perpetua de facto, encubierta bajo el eufemismo de prisión permanente revisable, y la petición es jaleada por millones de personas. Panem et circenses. Un ejemplo de ello es lo acontecido durante los últimos meses con la normalización de la prisión preventiva tras el encarcelamiento de lxs representantes políticos catalanes o con la típica matraca de lo blanda que es la legislación. ¿Realmente la justicia es tan blanda como nos hacen ver? Actualmente se persiguen hasta los delitos de opinión. Encontramos hasta casi dos años de cárcel por expresar en público una opinión que no pasa de ser, como mucho, un comentario de mal gusto. Que no nos engañen: el Código Penal español sigue siendo especialmente duro, aunque desde los medios se empeñen en presentar una imagen distorsionada del mismo. Y su aplicación no es para nada benévola.

La manipulación de los medios llega más allá, ¿realmente las cárceles son esa especie de balneario que nos pintan? Más bien no. La sociedad ha avanzado en algunas cosas pero la reclusión ha cambiado bien poco. La cárcel es una realidad hacia la que nadie quiere mirar y por ello continúan emplazadas muy alejadas de núcleos urbanos.

El castigo y el encierro solo genera más violencia. El Estado y el sistema capitalista nos venden la idea de que, bajo esta fórmula solucionamos el problema con las personas que no se comportan como deberían en sociedad, o no son como deberían en esta sociedad dominada por el cisheteropatriarcado, que castiga a colectivos sociales por pertenecer a una clase social, etnia, género u orientación sexual.

Por ello, abogamos por un transfeminismo antipunitivista, entendiendo que la cárcel, el derecho penal y penitenciario son un elemento más del sistema patriarcal en el que vivimos.

Incluso la justicia se ha transformado en otro espectáculo. Hay juicios muy mediáticos, pero la mayor parte de la gente que termina encarcelada sigue teniendo en común condiciones como la de pertenecer a las capas más pobres de la sociedad. De hecho, la mayor parte de la gente que cumple pena de prisión lo hace por delitos nimios para los que existen alternativas a la reclusión. No olvidemos que el concepto de persona delincuente es muy amplio y engañoso, pudiendo incluir o evitar aquello que le interesa a la justicia en cada momento. Un ejemplo de ello es el preocupante poso racista que posee en la actualidad: las personas migrantes entran en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) por una mera falta administrativa. Son encarceladas a todos efectos.

Tampoco hemos de olvidar la doble estigmatización que sufren las mujeres encarceladas que, además de ser condenadas por justicia patriarcal, cargan a sus espaldas con una condena social que las juzga por haber “fracasado” en los roles de género supuestamente asignados a ellas. La separación ente delito y pecado hasta hace poco no estaba clara. Por ello, hablamos de la “triple condena” que sufren las mujeres dentro de prisión: la social, la personal y la penitenciaria.

Dentro de prisión serán las más olvidadas y desatendidas pues, si generalmente las mujeres sufren mayores discriminaciones en la sociedad, en la realidad penitenciaria éstas se multiplican aún más.

A nadie, salvo a las personas directamente afectadas, parece interesarle qué pasa más allá de los muros de prisiones como la Macrocárcel de Zuera. Allí está el mal, eso nos han contado, y lo que les pase es porque algo habrán hecho, deplorable frase que nunca parece pasar de moda.

Apaguemos la televisión y reflexionemos. La cárcel está pensada para deshumanizar a las personas y cualquiera es su potencial cliente ya sea por dar un mal paso, tener una mala noche, poseer una adicción, padecer una enfermedad mental o expresar una opinión distinta a la hegemónica. La cárcel también está pensada para tí, ciudadana/o de bien.

LAS CÁRCELES NO SIRVEN, LAS MACROCÁRCELES TAMPOCO.

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