Carta de un padre preocupado por la posible encarcelación de su hijo, y las consecuencias morales de este acto judicial como vehículo legitimador del fascismo.

Voy a presentar el caso en unas pocas palabras: mi hijo es inocente.

Me extenderé un poco más para que comprendan la situación de indefensión en la que se encuentra:

A mediados de Enero de 2019, unos jóvenes se manifiestan contra la presencia de VOX en un mitin, y las cargas policiales les obligan a refugiarse en el campus universitario, desde allí se lanzan objetos y se suceden por las calles diferentes disturbios. Con posterioridad a los hechos, horas más tarde, la policía realiza detenciones, a todas luces aleatorias o iluminadas por cualidades extraterrenales y como demostrarán sus incongruencias en las declaraciones, sin las pesquisas necesarias. Entre los detenidos, mi hijo, las causas de esta fijación: el pelo largo. En este mundo de bienpensantes, bienquedantes y bienfarsantes, nadie entraría a valorar los hechos como el resultado de una actuación de represalias, “¡cómo van a encarcelar a alguien a sabiendas que es inocente!”, porque eso haría tambalear nuestro precioso mundo ideal, y sin embargo sucede, y no es de extrañar cuando ves que el sindicato mayoritario de la policía apoya, en forma y contenido, todas las propuestas de VOX, que más allá de decir y desdecir, como ya hicieran sus abuelos en España, Italia y Alemania, son fascistas. Que existan fascistas en los cuerpos de seguridad del Estado, es alarmante, que además lo hagan público, sospechoso, que ningún medio de comunicación ligue estas dos circunstancias, tendencioso. Bien, ya tenemos las primeras patas del banco, una policía de contenido fascista que incrimina a unos jóvenes antifascistas, y una prensa de pocos amos que trata las noticias en función de las migajas que les regalan unos u otros.

¡Verdaderamente preocupante!

Cuando tu hijo crece, y ves que tiene inquietudes políticas, te enorgulleces. Escribe, lee muchísimo, estudia filosofía, no se mete en líos pueriles, es activista por derechos de todas y todos… te enorgulleces. Supongo que para otros, mi hijo se mete en líos. Os recuerdo que gracias a las personas que “se meten en líos” tenemos, entre otras cosas, una jornada laboral digna. Desde el día de la detención, incomunicado 24 horas, en las que su madre, su abuela y yo mismo, estuvimos removiendo todos los estamentos para saber el paradero de mi hijo, tiene nuestro apoyo incondicional. Sé que no ha ejercido la violencia en esa marcha contra el fascismo, ni él ni el 99% de las personas que asistieron al acto, porque no ha ejercido la violencia en su vida para defender sus ideas. Bajo la custodia policial sufrió torturas psicológicas dentro de la comisaría, con burlas, gritos y apagones de luces por parte de agentes de policía, a los que me gustaría echarme a la cara, para explicarles con palabras, que son mis más afiladas armas, su estulticia infantil e innecesaria, explicarles también, por si no les llega el significado de “estulticia”, pero creo que este tipo de actuaciones deberían llevar como castigo la inhabilitación de estos funcionarios públicos, que con su comportamiento demuestran incapacidad para manejar la autoridad que se les concede, incluso para dirigir el tráfico, ya no digo lo de llevar un arma. A mi hijo se le permitió realizar una llamada, no pudo localizar a su madre, y en lugar de, como es su derecho, permitirle insistir hasta localizar a alguien y comunicarle su situación, se le quitó el móvil de las manos y empezó la pesadilla para la familia. Insisto, hasta entonces, lo único que había hecho mi hijo era ir a una manifestación contra el odio que deposita VOX en cada uno de sus mítines, y contra esa tibieza a sus postulados que no se vivieron contra otras ramas del odio que hemos sufrido en nuestro país. Es raro explicar eso de la libertad, es más sencillo explicar cómo se coarta, y una mazmorra, una prisión, es una definición gráfica de cómo se puede encerrar un derecho legítimo moralmente, pero que esa famosa “ley mordaza” criminalizó… años más tarde, aquí seguimos, encarcelando más músicos que en Irán.


Al día siguiente de la detención supimos de él, las lágrimas de su madre, contándome que ya estaba en casa, surtieron un efecto empático y casi pude llegar navegando hasta Zaragoza desde Madrid para darles un abrazo a todos… me recordaba a algunas canciones de tiempos pasados, canciones que tarareé, historias de escritores contra el fascismo que en este país no tuvieron ni tumba, y de los que aún hoy se pone en duda su ideal de justicia. Que tu hijo no pueda ir a manifestarse sin el miedo de caer preso, manifestarse contra algo tan objetivamente negativo como es el fascismo que tan objetivamente defiende VOX, es todavía más objetivamente terrible, pero a la vez define una situación: se sienten amparados por el sistema de justicia. En otras palabras, su metodología de abuso del poder y connivencia con la violencia, no tiene consecuencias. Y en estos días, oímos a militares ,retirados o no, pronunciarse en unos términos que debería propiciar una encarcelación inmediata, no por lo qué dicen, sino porque las personas que elaboran esos discursos tienen las posibilidades de hacerlo, algo que no pasa con los deseos de Pablo Hasél en una canción, y que sin embargo le han llevado a la cárcel. Otra muesca más a las libertades, a unas, las otras libertades se tratan con timoratas declaraciones de partidos como PODEMOS que deberían presentarse como causa acusadora de todos estas representaciones del fascismo, incluidas las prácticas policiales que tanta fijación han tenido con ellos también, pero parece que la participación en el gobierno es más una rémora que una forma práctica de hacer política en la calle, y quizá, quién soy yo para saberlo, porque este sistema económico presiona para que no se haga porque prefiere en la práctica el fascismo que las ideologías que les van a producir un desembolso de dinero, sean subidas de sueldos, fiscalizaciones, nacionalizaciones… no es nuevo, ya pasó. Las oligarquías económicas le pusieron ojitos a Hitler y Mussolini, antes en España a Franco, y parece demostrado que la democracia sólo funciona en una dirección: el interés económico de unos pocos. Cuando les interesa estabilidad, la hay, cuando quieren llenar “de sangre las calles” para abaratar propiedades, siguiendo los principios de Rothschild, sacan todas sus armas. Quizá aprendieron del pasado y ya no son tan afiladas, digamos que han cambiado a la marioneta y prefieren subvencionar a cuatro pijos atolondrados de aquí y de allá que defiendan sus intereses por oposición, pero que sí son, en la práctica, una indiscutible fuerza que empuja para contrarrestar esa nueva ola de la izquierda en Europa y en el resto del mundo, que exige una mayor igualdad entre mujeres y hombres, visibilidad LGTBI, una reorganización de los métodos de explotación y emisión para no quedarnos sin planeta, mejoras en los servicios de salud, una mirada realista a los problemas de los países más pobres… y que suponen costes que estos pagadores del mal, no están dispuestos a consentir, si no se les empuja a ello. Su fuerza de choque, el fascismo… una vez más.

Puede parecer un dislate todo este presupuesto político cuando estoy abriendo mi corazón con un tema tan doloroso como es la posible encarcelación de mi hijo, pero es que si quieren meterle preso es por todo lo que acabo de mencionar. Él será una víctima de este sistema de valores, del silencio ciudadano (que es como prosperan los fascismos), de la equidistancia maldita que pone al fascista y al antifascista en el mismo lugar, eso es equiparar a Lorca y su abanico con el torturador y asesino que le puso una bala en la cabeza, supongo que ese “ni unos ni otros, ni derechas ni izquierdas, ni machismos ni fenimismos, ni fascismos ni…” sirve de acomodaticio moral, sirve para justificar comportamientos mezquinos en el puesto de trabajo cuando tu jefe te hace producir más en menos tiempo, y en lugar de mirar arriba para quejarse, uno mira a un puesto más abajo para avasallar al compañero o compañera que hará lo mismo un puesto más abajo perpetuando la opresión entre los pobres. Mi hijo también será la víctima de la proximidad ideológica que hierve dentro de nuestras fuerzas de seguridad el Estado, dotados con armas físicas y de defensión ante los acusados: la presunción de veracidad.

Esto es lo que se tendría que haber juzgado: si mi hijo y los otros acusados fueron los responsables del lanzamientos de objetos y quema de contenedores. Pruebas de estos hechos, ninguna. Sólo la palabra de los policías y su presunción de veracidad, que es como una carta del “monopoly” que les otorga mayor valor a su palabra que a la del acusado, y que un juez, figura imparcial, debería dilucidar sin ningún sesgo ideológico. La “ley mordaza” facilita mucho el trabajo del fascista que se viste como si fuera un juez. Y los juzgados de instrucción son, o deberían ser, un instrumento al servicio del pueblo y no de los ramalazos tardofranquistas de algunos magistrados que debieron entrar en prisión por prevaricar cuando, en tiempos de la dictadura fascista, encausaron y encarcelaron a presos políticos, pero en este país no pasó nada de eso. La transición le salió barata a estos criminales. En este país se ha condecorado a los torturadores, se ha respetado a la plana mayor de un ejército fascista, se han respetado las tierras que la dictadura expolió a miles de ciudadanos en favor de los Espinosa y los Monteros, ha encumbrado a generales de la Guardia Civil con prácticas de torturas a sus espaldas, hasta que ya no hubo manera de ocultarlo, allá por Euskadi. En definitiva, mi hijo ha sido detenido por fascistas y juzgado por un fascista por manifestarse contra el fascismos, dentro de una lógica terrible, su condena estaba escrita, sin embargo, estos hechos no han sucedido en 1971, han pasado en 2021, y no ha tenido repercusión, si exceptuamos el correligionario seguimiento del Heraldo que como buen acólito del Opus, usó titulares para incriminar desde la opinión pública a mi hijo y los otros encausados. ¡Estas son las armas del fascismo! ¿Qué nos queda? ¿Esperar? ¿Indignarnos? ¿Llenar las calles de protestas? ¿Vuelta a las cárceles?

España debe recuperar sus instituciones porque siguen secuestradas por el franquismo, seguimos andando de puntillas como si estuviera todo lleno de cristales en los que se refleja la cara del insatisfecho dictador. Mi hijo, como ciudadano español, también europeo, se merece el reconocimiento de la presunción de inocencia, pero sobre todo debe ser absuelto de todos los cargos porque el principio de indefensión de este proceso nace en el mismo corazón torcido de una ideología que está impregnándolo todo y empieza a tener unos peligroso aliados.

Mi hijo no hizo nada malo.

Mi hijo se manifestó contra la maldad.

Mi hijo es un orgullo para sus padres, abuelas, tíos… y es una persona admirable. Los que tienen algo que declarar son esos policías de la detención, los de la comisaría, y en última instancia, el juez que desoyó las pruebas objetivas, en este caso hasta siete vídeos, para mostrar una preocupante cara de verdugo, recuperando sensaciones que él no tenía desde sus juicios furibundos durante el franquismo. Estos son los que deberían dar explicaciones, ser juzgados y condenados, porque todos ellos han cometido fraudes de ley en sus cometidos, y porque, entre ellos han confabulado para condenar a unas personas inocentes, y no hay mayor perversión de la democracia y de la justicia que una actuación así.

Pido, públicamente que se comparta mi demanda civil.

Pido una demanda de rectificación a la condena, una demanda humanitaria por la justicia y para frenar el fascismo, y pido, por último, una declaración institucional que condene la práctica del fascismo dentro de la administración de justicia.

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